Examinando trabajos de fin de grado realizados por alumnos de Economía, me ha sorprendido el elevadísimo nivel de algunos de ellos. Conociendo lo que se publica, podrían figurar, y no es exageración, en revistas técnicas de primer nivel internacional, pues se presentaban además en un inglés perfecto. Hay varias reflexiones que pueden hacerse a partir de este hecho. Una es que los alumnos y los profesores que han tutelado estos trabajos están en una universidad pública que no figura en lugar destacado en los rankings habituales, lo que indica que algo falla en la promoción y valoración de algunos de nuestros centros universitarios, agobiados por una absurda carga docente, la no renovación y precariedad de sus profesores, mala selección de los alumnos, y en el fondo una falta de interés alarmante no sólo de las administraciones públicas, sino de las empresas.
La segunda es sobre el tipo de trabajos que se realiza; de diez que he visto siete son de nivel y sobre cuestiones que deberían producir de inmediato una reacción en forma de apoyo, de inversión, en estas investigaciones. Sólo por enumerarlos, hay tres que arrojan luz mediante un aparato técnico estadístico sofisticado sobre cuestiones del máximos interés para algunas de nuestras instituciones; son los trabajos de María Victoria Códez sobre los efectos de la corrupción en los resultados electorales, que se complementa con el de Diego Malo sobre la influencia de los sistemas electorales en el nivel de corrupción, y el de Lucía Guerrero sobre cómo cambian y se posicionan los partidos políticos ante la evolución de la economía. Una conclusión es que las listas cerradas son una forma en que se elude la responsabilidad personal, y las conductas acaban protegiéndose dentro de la abstracción de «el partido». Podemos añadir a esta línea el extraordinario trabajo de Luis Herrera sobre la deuda pública, y los motivos de un gobierno para aumentarla, satisfacer al electorado y ganar votos, que es algo que estamos viviendo actualmente en España.